In Expansión CINEDEGESTIÓN por Ignacio García de Leániz, 13/01/13
El asalto a la embajada americana en los días más convulsos de la Revolución Islámica que derrocó al Sha, nos da pie a una magnífica película que apunta a los principios que ha de tener una gestión y un liderazgo en momentos críticos como los nuestros.
¿Cómo sacar del Teherán de Jomeini, a seis diplomáticos americanos refugiados clandestinamente en la embajada canadiense? La cuestión no es nada fácil puesto que no saben de su existencia las temibles autoridades persas. Y en el momento que lo sepan su vida valdrá cero. Y sin embargo, la película histórica de Ben Affleck planta cara al desafío y nos narra con maestría algo de mucha actualidad, ahora que tantas empresas y países –especialmente el nuestro- han visto los ojos al abismo: cómo no quedarse paralizado por su mirada y a pesar de los pesares planificar, ejecutar y controlar. Esto es, no renunciar a un management que tenga en cuenta tanto la precariedad como el miedo, precisamente para poder gestionarlos sin negar su evidencia y sin paralizarse ante ellos: como Ulises ante las sirenas. Por eso me parece de obligada visión esta gran película sumamente oportuna.
Claro que para ello hay que centrarse en la figura real de su protagonista- Tony Méndez (Ben Affleck) especialista de la CIA en rescate de rehenes- y en el tipo de liderazgo que va ejerciendo a lo largo de todo el Proyecto diseñado por él. Lo que nos ofrece las siguientes pautas de actuación.
1. Acudir al Talento: Es época de talentismo, esto es, de los mejores. No podemos –El Departamento de Estado tampoco podía en la crisis de Teherán - dejar de dar paso a las personas con talento, que se define por tres variables: “capacidad y compromiso en un contexto adecuado”. Ahí radica la “inteligencia ejecutiva” que Tony Méndez despliega para conseguir un objetivo tan problemático. Mario Monti es otro ejemplo del “recurso al talento” en circunstancias también abisales. En el mundo empresarial tampoco cabe alternativa. Habrá, pues, que revisar a fondo los mecanismos de promoción, desarrollo y gestión allí donde radique el capital intelectual. Y fundamentar el nuevo liderazgo que se reclama en el talento. El plan urdido por Tony Méndez –con la colaboración de Hollywood- es un monumento a dicho talento y a esa “nueva mente” sobre la que tanto ha escrito Daniel Pink: una síntesis entre imaginación creadora e inteligencia lógica.
2. Gestionar la precariedad: No podemos tener un enfoque del management como el de épocas anteriores de seguridades que ya no volverán. Lo precario apunta a la indefinición y fragilidad. En la empresa española actual, 2014 es ya largo plazo y el próximo verano acaso medio. Tony Méndez sabía bien que su Plan -sin posibilidad de Plan B- pendía de un hilo. Por ello los requisitos de calidad de su estrategia están perfectamente detallados. Y es que podemos definir la calidad como la contratuerca de la precariedad. Pero también la gestión de lo precario nos enseña que habrá que optar a menudo por “el plan menos malo, dentro de unos planes todos malos”, como aduce nuestro protagonista ante sus superiores. Un baño de realismo: gestión de la calidad con planes imperfectos. Y rodeados además de gente tan imperfecta como nosotros. Sólo cuando Méndez se muestra humano.-esto es, imperfecto- el grupo de rehenes cree en él y en su plan. Son las ventajas de lo precario.
3. Convivir con el miedo: todo el Proyecto que se desarrolla en la película está dominado por el miedo: miedo en los rehenes, miedo en la Administración americana, miedo, a menudo oculto, en el mismo Méndez. Claro que lo contrario sería pura insensatez conociendo lo aventurado del plan. Una de las causas de nuestra crisis-también empresarial- ha sido la supresión del sentimiento del miedo. Y tanta represión explica que ahora aparezca desaforado. Aristóteles nos dio la solución: la prudencia ejecutiva se opone tanto a la temeridad como al temor infundado. En ese sentido, Tony Méndez es profundamente aristotélico: no se asusta del miedo; lo asume y conlleva. Tal vez porque llevaba grabada en su interior una frase memorable de Roosevelt: “En la vida hay algo peor que el fracaso: no haber intentado el éxito.” Me parece que resume estupendamente la película. Y, de paso, nuestra tesitura.
Profesor/Consultor de Recursos Humanos
Universidad de Alcalá de Henares
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